Carlos Rusconi, un ilustre visitante








Carlos Rusconi
 
 Pero no todo era arena acuosa lo que expulsaban los caños inyectados en el suelo.
   
  En enero de 1933 aparece otro singular personaje en la historia de la Arenera.

   Carlos Rusconi, un entusiasta y apasionado estudioso autodidacta de la geología y la paleontología, visita por primera vez los yacimientos invitado por el mismo Juan Carlos Tambutto, que notaba como elementos extraños quedaban atrapados en la zaranda.  

   Rusconi, que intuye que esas arenas podían proporcionar gran cantidad de organismos fósiles de diferentes grupos evolutivos y nuevos para la ciencia, no dudará un instante en aceptar la invitación, apersonandose en el yacimiento el 12 de enero de 1933.  

 En poco tiempo lograría la confianza de Tambutto y ambos mantendrán una estrecha relación que perduará al menos hasta enero de 1947, fecha de su última visita.

  A partir de sus estudios, Rusconi clasificará las diferentes capas del terreno hasta llegar al depósito arenoso que llamará Puelchense, pondrá luz respecto a su génesis, posición estratigráfica y su probable antiguedad.  

 Aceptará la donación de una importante cantidad de piezas fósiles hasta entonces desconocida que analizará y clasificará para luego publicar los resultados en diferentes periodicos nacionales y en sus libros “El puelchense de Buenos Aires y su fauna” 1era y 2da parte. 

   Pero mas allá de su tarea científica, Rusconi será quien deje la mas clara explicación del método de extracción de arena utilizado en aquellos años:  

 “ Dada la profundidad relativamente pequeña a que se encuentra el gran depósito puelchense y a la naturaleza de las capas que lo recubren, basta solamente el empleo de la mecha o zonda común, o caño acerado que atraviese los terrenos mediante el agua de inyección.  

  El material extraído en esas condiciones llega a la superficie en forma de barro semilíquido, de modo que no siempre era fácil observar la estrucutra de los terrenos puestos al descubierto.  

 Una vez obtenido el pozo por medio de la zonda, era colocado un caño o camisa de 10 centímetros de diámetro y dentro del cual iba otro de menor calibre que inyectaba agua a presión.  

 La fuerza del agua revolvía las arenas, las cuales por las presión subían por el caño de mayor diámetro hasta la superficie donde el material arenoso semilíquido era vertido sobre un tamiz o zaranda de maya fina, de tal modo que la arena pasaba por el tamíz y el material grueso (fósiles) caían al pie del mismo, desde donde recién los recogía yo…”                 
  Frecuentemente se formaban en forma natural, lagunas profundas.  Bastaba solo con precipitarse la capa superior del terreno por el ahuecamiento producido por la extracción de arena, para que pronto, ese lugar fuera ocupado por el agua de la segunda napa.  

      En ocasiones, no se producían los hundimientos naturales por contener las capas del terreno, importantes depositos de tosca que soportaban los terrenos superiores.  Podían pasar días o años sin que se produjesen.   No obstante el peligro de derrumbe era inminente. 

     Entonces, con buen tino, la Compañía Arenera mas de una vez solicitó la cooperación de personal de la Escuela de Ingenieros Militares de Campo de Mayo para probar la resistencia del techo del hueco y fue así que se realizaron perforaciones por donde se colocaron gran cantidad de explosivos. que al estallar, generaban menucos artificiales.

   
Personal militar y de la Cía. Arenera examinando el terreno luego de la explosión con dinamita.   Fotografía extraída de "El Puelchense de Buenos Aires y su Fauna" (plioceno Medio) 1°parte de Carlos Rusconi

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